En el Moulin de la Galette (1)

   Como cada domingo, algunas parejas bailan al son de la orquesta, aquí en el moulin de la galette. Si los miras desde lejos, todos parecen felices y dichosos, es la música que contagia su alegría... es el domingo, que regala felicidad, aunque sea de mentiras. Con el tiempo, y a fuerza de observar, una va conociendo, intuyendo o quizás inventando, las vidas de los bailarines que se sonríen entre sí, y que parecen poder contagiar su alegría a todos los que nos juntamos aquí.
   Pero fijate... mira esa pareja, sí, esa muchacha vestida de blanco y azul que baila con el caballero del sombrero de hongo... él, hasta no hace mucho, venía todos los domingos con aquella chica del vestido blanco a listas de color azul claro, esa que baila con un chico al que el traje le queda grande y que lleva una chistera demasiado alta para la moda de esta temporada... sí, la que en vez de mirar a su pareja lleva toda la tarde mirando a los otros dos. Pues hasta hace bien poco, él venía con ella, pero dicen que conoció a la joven pelirroja, que también dicen que es costurera en una tienda de sombreros, y que de la noche a la mañana se enamoró de ella y abandonó a la otra, sin mas explicación que una escueta carta en la rompía de manera oficial y unilateral sus relaciones hasta la fecha.
   Ahora ella viene al baile con un primo suyo, que se presta a este juego inutil de celos por el cariño que le tiene y porque su tía se lo ha pedido con lágrimas en los ojos, pero él se da cuenta de que no hay nada que hacer... porque el interesado apenas se da cuenta de su presencia, embobadito como está mirando a su costurera.

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