A veces creo que lo recuerdo, otras veces creo que sólo es un sueño y que a fuerza de soñarlo lo confundo con un recuerdo verdadero. También dice mi tía que puede que escuchara tanto hablar a mi padre y a mi hermano de aquel día, que crea que lo recuerdo cuando en realidad no es cierto.
Pero cierto no, ese es uno de los recuerdos a los que mas cariño tengo. Poco me importa si es un recuerdo prestado, soñado o verdadero, el caso es que la recuerdo así siempre que quiero.
Recuerdo a mi madre de pie con aquella sombrilla que dicen que siempre llevaba si salíamos al campo para que no me diera el sol, la recuerdo con el velo cubriendole a medias el rostro, el vestido blanco hasta los pies con el que el viento parecía que jugaba mirandome muy seria, como si ya entonces supiera que me iba a abandonar.
Ese día el cielo estaba azul y mi padre siempre decía que había sido el último día de su vida en el que había sido feliz, sin ninguna sombra de tristeza asomando tras su risa, una risa que lo cierto es que apenas escuché durante mi infancia.
Mi hermano dice que también recuerda el cielo azul, de un azul tan puro que casi le cegaba, y dice que las nubes que guardo yo en mis recuerdos deben de ser de otros días, porque aquel día no había ni una sola nube. Pero en mis recuerdos nubes blancas, como de algodón cubrían el cielo azul en algunos trozos; claro que también recuerdo que mi hermano llevaba un sombrero de paja, que él jura que nunca tuvo.
Es curioso que todos duden de mis recuerdos, porque aseguran que yo era muy pequeño para recordar nada, pero se fían de los suyos, cuando lo cierto es que al contrastarlos cuentan distintas historias.
Mi padre siempre decía que al día siguiente mi madre desapareció dejando aquella nota que papel rosa en la que pedía que no la buscase; en la que le decía que le había dejado de querer; en la que admitía que amaba a otro, y en la le suplicaba que nos cuidase, y que intentase no odiarla. Siempre hablaba de la sorpresa que supuso para él aquella nota escrita con la letra de mi madre, que nunca creyó del todo verdadera (en el fondo siempre guardó una extraña esperanza en su corazón, de que mi madre se hubiese visto obligada a escribir aquello contra su voluntad, porque él nunca sospechó nada, ni siquiera aquella mañana cuando se despidió de ella con un beso, y creo que aquella esperanza enfermiza fue la que lo volvió un poco loco, aferrandose a sus teorías absurdas a las que daba vueltas y mas vueltas hasta que se le caían en pedazos)
Mi hermano sin embargo a veces recuerda un día feliz, con el cielo despejado y con la sonrisa de mi madre iluminandolo todo, y otras veces recuerda algunos indicios de que no todo era perfecto, como que mi madre estaba ausente cuando le hablaba o ese geste duro, que yo no puedo recordar, de cuando fruncía los labios y sus ojos se volvían ópacos.
Mi tía, que aquel día no estaba, dice que ella lo vio venir desde el principio, que nunca le gustó mi madre por algo que tenía en la mirada que le hacía desconfiar de ella, pero que no dijo nada hasta que se fue porque su hermano estaba tan enamorado que no quería que la echase de su casa, que tuvimos suerte de que ella estuviera allí cuando nuestra madre se fue, para hacerse cargo de nuestra casa y de nosotros, que a saber como habríamos acabado de no haber estado ella para ocuparse de todo.
Pero yo recuerdo a mi madre aquel día con su vestido blanco, y cuando a veces la veo antes de quedarme dormido no puedo evitar quererla como la quería cuando tenía tres años y ella aún no se había ido.
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