Un domingo por la tarde (dos)

   Mira a esa pareja que se sienta en el cesped; uno junto a otro, como cualquier pareja, pero con un muro invisible que los separa cuando están a solas.
   Míralos, vienen al lago cogidos del brazo; si les preguntaras a sus amigos y conocidos te dirían que no hay pareja mas encantadora y mas enamorada que ellos dos. Él la llama a ella dulzura delante de todo el mundo y ella a él le llama joya de mi corazón, pero cuando no hay ningún conocido frente al que fingir, no tienen nada que decirse, ni ganas de buscar palabras que intercambiar entre ellos.
   Él mira el lago como si pudiera ahogar en el sus problemas, que son tantos y tan variados que a veces incluso se plantea ahogarse el mismo para olvidarlos. Ella, indiferente a la frialdad de su marido, borda diminutas flores de colores varios en pañuelos, servilletas y cualquier trozo de tela que encuentra, como si al tener las manos ocupadas pudiera olvidar sus penas.
   Y sus penas están mezcladas con esos silencios con los que la castiga su frío esposo. Pena por la frialdad de su cama por las noches, pena porque nota el cinísmo en la voz de él cuando la llama dulzura delante de todos sus conocidos. Pena por todos los sueños que sabe que no cumplirá, como el sueño de tener niños, que debido a la aprensión que parece tener su marido por cumplir con sus deberes conyugales, ella ya casi se ha resignado a no ver cumplido.
   Su marido permanece a su lado, tan lejos de ella, que a veces piensa que si lo tocase, se convertiría en piedra. Muchas veces, siente como acuden a sus labios las preguntas que le dan vueltas, los reproches callados que desde la misma noche de bodas, le rondan. Pero a ella la educaron para sufrir callada y seguir sonriendo pasara lo que pasara... porque por grande que sea la pena, por mucho que sea el daño o la afrenta, las mujeres como ella hacen su orgullo en ese silencio obstinado, falso y que niega la evidencia... silencio acompañado de una sonrisa falsa pero casi perfecta, que oculta a todos sus conocidos, incluso a los mas allegados, que en su voz también hay cinismo escondido cuando llama a su marido joyademivida.
   Y mientras da puntadas, condenada a un silencio que su marido impone y que ella no rompería por nada del mundo, convencida como está de que lo que le corresponde es callarse y no quejarse, mas que nada por el miedo que tiene a que si intentase hablar la pena se le ataría tan fuerte a la garganta que rompería a llorar... o algo peor, a hacerle preguntas cuyas respuesta prefiere no saber, para no morir de indignación por lo que ya intuye... fantasea con algo que sabe que nunca hará... porque en su interior de mujer correcta, ansía esos hijos a los que la frialdad de su marido la condena a no tener... y no puede evitar, al mirar de reojo al caballero que se recuesta a su izquierda, pensar en que pasaría si fuese tan audaz como para tener una aventura extramatrimonial, y se quedase en cinta... convencida de que la frialdad de su marido y el qué dirán se impondrían a la injuría, y probablemente él fingiría no saber... y evitaría el escándalo con ese silencio frío con el que evitó cumplir con sus obligaciones ya aquella primera noche.


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