Retrasos

- Siempre haces lo mismo. Siempre que tengo una cita importante, tú consigues retrasarme, y hacerme quedar mal llegando tarde, cuando de sobra deberías de saber a estas alturas, que si hay algo que no soporto es la impuntualidad.
- Y tú deberías saber que no lo hago a propósito, cariño. Que no ha sido culpa mía.
- Nunca es culpa tuya!
- Y como iba yo a saber que el vestido que pensaba ponerme no se había secado?... Sabes que he empezado a arreglarme con tiempo de sobra, pero si la ropa no se seca no tengo la culpa, es culpa de este tiempo y de esta humedad, así que, cariño no te enfades conmigo, que cuando te enfadas se te pone una arruga muy fea en la frente, y si sigues frunciendo el cejo así se te va a quedar para siempre. Además no llegamos tan tarde, solo quince minutos, veinte, como mucho.
- Y te parecen pocos veinte minutos!? Llevo toda la semana diciéndote que hoy era la comida; llevo toda la semana explicandote porque es tan importante para ti, pero a ti te da igual todo, y encima me dices que veinte minutos no son muchos?
- Podía ser peor, recuerda aquella vez que llegamos una hora y media tarde al cumpleaños aquel de no me acuerdo quien y cuando llegamos al restaurante ya se habían ido todos.
- Creo que no es una buena idea que me recuerdes aquella vez si lo que pretendes es que se me pase el enfado.
- Pero que enfado!? ya te he dicho que no es culpa mía, que...
- Qué no podías saber que el vestido no estaría seco, eso ya lo sé, pero podías haber tardado menos de media hora en elegir que ponerte para sustituir tu primera elección, porque no entiendo que necesidad había de probarte todo el armario, y menos aún la necesidad que tenías de llamar a tu hermana para que viniera a ver como te quedaban y te ayudase a elegir.
- Pero es que mi hermana me había ayudado a elegir el vestido, y me ha parecido indicado llamarla para que aconsejara en semejante crisis...
- Pero qué crisis!? si tienes el armario lleno de ropa! solo tenías que elegir un vestido y ponertelo... y no llores, por favor, que es lo que nos falta, que llegues llorando a la reunión.
- Ves! es que no entiendes nada. Dices que no le doy importancia a esto, pero si no le diera importancia me habría puesto cualquier cosa para ir, deberías agradecer mi preocupación y mis desvelos para elegir el modelo perfecto, porque sabes que a mí esa gente me da igual, que si hago todo esto es por ti.
- Todo esto? y exactamente, qué es todo esto? qué es lo que estás haciendo, a parte de vestirte y conseguir que llegue tarde a una cita importante?
- Pero no ha sido culpa mía...
- Lo sé... la culpa ha sido del tiempo, y del vestido que no se ha secado, y de que tienes demasiados vestidos en el armario. Si fueras como mi madre, que sólo tenía dos vestidos: el de diario y el de los domingos, no habrías tenido tanto problema para elegir.
- Por favor, no me hables de tu madre que ya sabes que no la soporto, parece mentira que no entiendas todo el daño que me haces cuando me comparas con ella.
- Vamos a dejar de discutir que ya no importa, llegaremos tarde, nos excusaremos y san seacabó. Espero que no hayas arruinado todo el negocio con tu tontería de llegar tarde.
- A mí no me eches la culpa, podías haberte ido sin mí...
- Está empezando a llover... Y has olvidado el paraguüas... si me hubiera ido sin ti, habrías llegado a la cita mojada como una gata abandonada.


No hay comentarios: