El balcón

Siempre esperaba las procesiones de semana santa con ilusión, igual que esperaba las procesiones de la virgen en el mes de mayo y cualquier tipo de procesión que conllevase salir al balcón. Mi tía siempre pensó que de mayor sería cura, incluso que llegaría a obispo si era inteligente, ya que creía que mi fervor religioso era casi como el suyo (casi porque nadie podría igualar un fervor religioso como el suyo, que ni el cura de la parroquía creía mas que ella, si una hacía caso de lo que ella misma decía).
   Y es que no lo podía disimular, cuando se acercaban las procesiones, estaba mas nervioso, sonreía mas, y todos en la casa lo notaban y me tomaban el pelo. Pero no podía disimularlo, cuando se acercaba el día la emoción me invadía.
   Y es que pasaba todo el año espiando por los visillos el ir y venir de los vecinos esperando entreveerla, imaginandola mas que viendola, y cuando pasaban las procesiones toda su familia salía al balcón y podía mirarla y mirarla, para luego poder soñarla.





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