Un domingo por la tarde (siete)

La niña no es suya... lo aclaro porque es lo primero que ella misma aclara cuando cualquiera le comenta lo guapa, linda, bonita o graciosa que es la niña. Y el caso es que lo aclara varias veces al día, ya que la chiquilla es una preciosidad y todos los que se la cruzan parece que tengan que decirle algo. Eso es lo que piensa ella, que nunca ha llamado la atención, acostumbrada a pasar desapercibida y que no acaba de entender que ve todo el mundo en esa pequeña niña que tiene que llevar de la mano como si fuera un castigo a cambio de su cambio de situación.
Cierto es que sabía que el hombre con el que se ha casado, era viudo y tenía una niña, apenas la vió tres o cuatro veces durante el tiempo que fueron novios. Un noviazgo rápido y tranquilo, sin locuras y sin declaración a la luz de la luna; algo casi tímido y natural. Lo conoció en casa de su tía, que era amiga íntima, al parecer de su difunta esposa. Él permanecía callado casi todo el tiempo, y la acompañaba a casa paseando, a petición de su tía, nunca de motu propio, siempre los mismos días a las mismas horas. Un hombre atractivo, quizás muy callado y de mirada triste; tranquilo y de costumbres, que después de tres meses acompañandola a casa, le preguntó con voz impersonal si quería ser su esposa, y ella dijo que sí... no podía decir otra cosa.
La envidia de sus amigas por haber conseguido un hombre así; aunque en secreto ninguna se explica como lo ha conseguido. Para ser sinceros, ni ella misma sabe como lo ha hecho. El caso es que se ha casado y ahora es la envidia de todas, y sería feliz sino fuera por esa preciosa niña que tiene que llevar de la mano a todos lados.
Porque ella pensaba que él querría que estuvieran solos, al menos los primeros años, que mandaría a la niña con alguna de sus abuelas, o que le pondría una niñera, o la mandaría a algún colegio interna. Pero la noche de bodas cuando ella le preguntó que quien se quedaría con la niña mientras ellos se iban de viaje por Europa, él se río tranquilamente, con esa risa tan sya y tan reposada y le dijo que nadie... que la niña iría con ellos... que quería que fuera una madre para ella y que el viaje de novios era un buen momento para que fuese practicando.
Así que desde entonces, la niña va con ella a todas partes... la preciosa niña (idéntica a su madre por lo que ha podido ver en las fotos de la primera esposa del que hoy es su esposo) que todo el mundo mira, y que todo el mundo siente la necesidad de comunicarle lo guapa, lo linda, bonita o graciosa que la encuentran...
una autentica maldición para ella, que quería tener marido pero no una niña preciosa, que no puede evitar aclararlo por enésima vez hoy... no es suya...



No hay comentarios: