Estaciones

   Estaciones donde llegamos y nos vamos, donde sólo estamos de paso, que quedan ligadas a los recuerdos, pero sobre todo adoro las estaciones de llegada, las de final de viaje; las que te dan la certeza de llegar a casa, de estar en casa, después de días (quizás meses) de ausencia. Las que sin saber exactamente cómo te sonríen al llegar con la sonrisa de la pertenencia, de saber que estás justo donde querías estar.
   Porque las estaciones a veces prometen viajes, prometen sueños, prometen fantasías, a veces incluso proporcionan vías de escape; pero sobretodo acogen a los que vuelven después de un viaje. Te dan la bienvenida sin palabras cuando llegas después de dormir bajo otros cielos, bajo otras estrellas que no son las tuyas y te sonría diciéndote que ya has llegado a casa y que dormirás bajo tu cielo y que serán tus estrellas las que velaran tus sueños.
   Porque nos encanta viajar, y decimos como un estribillo bien aprendido que no habríamos vuelto, pero lo cierto es que la vuelta reconforta, que la llegada a casa nos da una calidez en el alma que no es fácil poner en palabras pero que ahí está.
  




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