Realidades

   Fue como un destello de seguridad; la certeza de que había encontrado un lugar que podría ser suyo, que podría sentir como suyo. Lo que buscaba sin saberlo estaba allí encerrado. Era perfecto. No quería ni mas ni menos que aquello que veía.
   Ahora, horas después, seguía dándole vueltas en la cabeza. Recorría la casa mentalmente una y otra vez y sentía que podría ser feliz allí. Que la felicidad podría entrar por la puerta y quedarse con ella a vivir. En su imaginación colocaba cada cosa en un sitio, y por fin sentía que si conseguía ordenar sus escasas pertenencias, conseguiría una estabilidad que no recordaba desde su infancia, desde que se fue de la casa donde nació, y que no había vuelto a recuperar en ninguno de los lugares donde vivió pero no llegó a sentir como suyos.
   Empezaba a dolerle la cabeza de tanto imaginar y de tanto calcular y recalcular lo que ya sabía. La crueldad de los números mezclados con realidades que le susurraban, una y otra vez, que no podría realizar su sueño, porque aquella casa, con sus preciosas habitaciones y su cocina reformada, no podría pagarla.
   Dichosa realidad, que nos despierta de los sueños hablandonos de hipotecas, créditos, gastos y sueldos y que nos recuerda que no tendremos lo que creemos merecer, sino lo que merecemos, que nunca será mas de lo que podamos pagar... por mucho que nos duela admitirlo, y por mucho que nos duela renunciar a nuestros sueños.



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