Fingimientos

   No sabría decirte el tiempo que hace que los observo... él absorto en la lectura, y ella fingiéndose interesada en algo invisible a los pies de ese árbol; deliberadamente en su campo de visión, fingiendo una indiferencia que el rubor que cubre su rostro desmiente si se sabe mirar. Y es el quinto intento fallido de captar su atención que hace en el rato que llevó aquí, asomada al balcón de mi habitación, y podría asegurar sin riesgo a equivocarme que él, no ha levantado la mirada de su libro ninguna de las cinco veces. Ella empieza a impacientarse, en la manera de arrugar la nariz se percibe que no entiende como puede él no darse cuenta de su presencia, que reclama a gritos su atención... como puede seguir absorto, ofendiendo así su ego de jovencita que se sabe observada siempre que pretende serlo.

   La primera vez simplemente ha pasado distraida por el camino que hay frente a la puerta, después se ha sentado entre las flores, que seguramente alguno de sus admiradores le habrá dicho que no son tan hermosas como sus mejillas. Después ha estado jugando con el perro, con una alegría tan desbordante que me ha hecho intuir falsedad en sus maneras; ha sido en ese momento en el que he empezado a prestar atención. Lo siguiente ha sido ir atareada de un lado para otro de la terraza, incluso se ha sentado indolente en la mesita de enfrente para ver si al menos al hacer ruido con la silla, él se dignaba a alzar la cabeza. Y ahora ahí está ya mas de cinco minutos, mirando de tal manera las raices del árbol, que si una tuviese que fiarse de su ensimismamiento fingido, creería que esconden algún misterio de la creación. Ha tosido, ha carraspeado, ha tarareado antiguas canciones, y él, ha seguido atento en todo momento al libro que está leyendo...

   Creo que dejaré pasar cinco minutos mas y bajaré a la terraza, a sacarlo de su ensimismamiento, a preguntarle que libro de los que trajo está leyendo y a demostrarle a esa jovencita porque él no la mira...