Pasos

Era ya la hora, de hecho pasaban casi diez minutos de la hora y el corazón le latía tan fuerte en el pecho que lo escuchaba claramente si contenía la respiración. Miró el reloj y volvió a mirar por la ventana, se le escapó un suspiro y movió la cabeza como si quisiese ahuyentar así los malos presentimientos. Y es que desde que se había levantado aquella mañana tenía como un nudo en el estomago que no la había dejado ni tomarse el café, algo que la rondaba, pero estaba tan ocupada trabajando que no había prestado atención a lo que sentía hasta aquel momento, en el que con la casa recogida, y todo en su sitio esperando que él llegara como cada día y sonriera ante la perfección del orden que ella conseguía a base de esfuerzo que reinase en aquella en la que antes de llegar ella, todo era desorden y caos. Y era ahora, con todo en su sitio, la comida a fuego lento para que cuando él llegase no se la encontrase fría, la mesa puesta y todo tan en silencio que hasta escuchaba los latidos de su corazón y el tic tac del reloj del salón.
Ya pasaban mas de diez de la hora y ella seguía en la ventana esperando escuchar sus pasos en la acera, esos pasos que reconocía entre todos los pasos que llegaban hasta aquella ventana, y los reconocía porque sin saber muy bien porque sentía como si su corazón se pusiese a bailarle en el pecho, y entonces iba a la puerta y abría antes de que él llegara y él la besaba, pero llegaba tarde y aquello no era normal en él, y aquel nudo que se le había atado en el estomago cuando él se fue aquella mañana sin darle el beso quedo que le daba cada mañana antes de apagar la luz y salir de casa en silencio, la hacía sentirlo como si fuera un presentimiento, un aviso de males que aún no conocía pero que tal vez estuviesen ya sucediendo. Quizá él había dejado de quererla de la noche a la mañana y a la hora de volver a casa no hubiese encontrado motivos para hacerlo; o quizá sin querer ella había hecho algo que había matado sin saberlo su amor por ella; o él se había cruzado con otros ojos y había olvidado el camino de vuelta a casa siguiendo otras piernas...
Pero su corazón se puso a bailar y reconoció los pasos que subían por la escalera, y el nudo de su estomago se desató cuando después de besarla en los labios él le susurró al oido que le debía otro beso, porque aquella mañana estaba tan preciosa durmiendo que no había querido despertarla.






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