Prismáticos

Mira por los prismáticos como si lo hiciera de manera distraida, fingiendo una indiferencia que noto que no es cierta, busca algo, o quizá debería decir que busca a alguien, lo sé por esa manera de suspirar contrariada que cree que no noto pero que conozco tan bien que no puede engañarme, pero igual que ella, yo también finjo indiferencia, como si no notase nada, como si de verdad me creyera que mira por los prismáticos de manera distraida, como si no me hubiera dado cuenta de que busca a alguien en la platea del teatro.

Me da un poco de pena sentir que tiene un secreto que no quiere contarme, pero ya en el coche que nos traía esta noche le pregunté si pasaba algo, porque se había arreglado mas de lo normal y le brillaban los ojos de una manera especial, y ella me mintió, porque la conozco tanto que sé cuando me miente, pero prefiero fingir que no me doy cuenta cuando lo hace, y me dijo que no pasaba nada especial, que no sabía que ponerse y al final con las prisas se había puesto el primer vestido que había cogido del armario, que de verdad ni se había fijado, y que el brillo en los ojos debían ser imaginaciones mías. Si, imaginaciones mías, como el sonrojo que cubrió sus mejillas, claro que preferí callar y mirar por la ventanilla distraida. Odio que me mientan y sé, porque lo sé, porque la conozco y lo sé, que me mentía, que ella no es de las que no sabe que ponerse, y que si se había puesto ese vestido que sabe lo mucho que le favorece era por algo, pero prefiero no preguntar, prefiero que ella me cuente sus secretos cuando me los quiera contar.

Sigue mirando por los prismáticos. No se da cuenta pero contiene la respiración aunque finja indiferencia, y yo miro, fingiendo indiferencia también, hacia la platea intentando distinguir a quien busca y porque tiene que empeñarse en fingir conmigo indiferencia. Creo que se ha dado cuenta de que intuyo algo en sus silencios, porque rellena el tiempo con observaciones triviales sobre lo que ve por los prismáticos, que si la señora Marta ha engordado un poco, que si Silvia está muy palida, que si a la señorita Sofia no le sienta nada bien ese vestido rojo que lleva, que si el señor Luis hace como que no ve a su hermana para no tener que llevarla luego a casa, pero la charla despreocupada no oculta que ella sigue buscando algo.

De pronto, su charla insustancial se interrumpe, ha dejado de mirar distraida y sus mejillas han cambiado de color, miro sonriendo divertida esperando descubrir al galán que la ha hecho arreglarse mas de lo normal, y pasar a recogerme mas de media hora antes de lo acordado, y que la tiene asomada al balcón de este palco cual Julieta, rebuscándole entre la gente con sus prismáticos y fingiendo conmigo, que soy su mejor amiga, que no pasa nada. Y entonces, al seguir la trayectoria de su mirada, mis mejillas también cambían de color, porque es a mi marido al que ella buscaba y los ojos de él la miran a ella sin verme, y algo en su forma de tocarse la flor del ojal me cuenta que me voy a divorciar.



*Cuadro de Mary Cassatt

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