- Buenos días Mara, ¿Qué tal estás? Yo muy bien gracias.
- Buenos días Jane, mira que eres educada cuando quieres ser educada, y respondiendo a tu pregunta, no estoy bien, gracias.
- ¿Qué ha pasado?
- Pues eso, que necesito que me contestes que harías si oyeras como otra cuenta una de tus anécdotas como si fuera de ella.
- ¿Yo? Probablemente gritaría: "¡metirosa, mentirosa, mentirosa!" con todas mis fuerzas.
- ¿Se puede demandar a alguien por contar nuestras historias como si fueran propias?
- No Mara, creo que no se puede.
- Entonces, ¿la próxima vez que oiga como otra cuenta una de mis historias le grito: "mentirosa"?
- O eso o le dices muy sonriente y muy dulcemente: "¿si? juraría que eso me pasó a mí"
- O me quedo calladita, así seguro que nadie me roba las palabras, anoche soñé que buscaba una palabra y no la encontraba, y en el sueño sabía que me la habían robado porque en el cajón de las palabras había un hueco justo donde esa palabra debía estar guardada.
- Mara, que sueños mas raros tienes. Bueno, y que historia te han robado, si puede saberse.
- ¿Recuerdas aquella noche de hace muchos, muchos años, la del licor 43 con piña, la playa, la hoguera y aquello que hice con aquellos versos de amor que le escribí a mi primer noviete?
- Claro que lo recuerdo, estaba allí.
- Pues al parecer Paloma hizo exactamente lo mismo una noche, con licor 43 con piña en una playa.
- Podría ser una casualidad.
- Podría, pero entonces cuando le conté aquella historia no se habría sorprendido, me habría dicho algo así como: "Que casualidad, yo hace años hice lo mismo."

* Cuadro de Degas
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