Esbozos

Mira fijamente el lienzo que intenta pintar pero algo no funciona, algo no se corresponde con la realidad, pero después de varias horas pintando no es capaz de mirar el cuadro y alejarse lo suficiente como para ver donde está el error que hace que todo el cuadro parezca equivocado.

Siempre le pasa lo mismo, es inevitable, mira el espejo situado frente a ella y vuelve a mirar el cuadro, sabe que obsesionarse es contraproducente, que lo mejor sería dejarlo por hoy, cerrar los ojos y descansar un rato, fumarse un cigarro, limpiar la paleta y cerrar los oleos. Que cuando las cosas no salen, no salen y lo sabio sería olvidar el cuadro por unas horas y pensar en otras cosas. Pero siempre ha sido así, no lo puede evitar, necesita terminar las cosas una vez empezadas, pero la pintura, como todo, requiere sus tiempos, sus momentos, sus esperas.

Da unos toques de blanco buscando captar las luces que sabe que en unos minutos desaparecerán, mira el reloj de encima de la repisa que le cuenta que se acaban las horas de sol, ahora que el verano se va yendo poco a poco y que los días se acortan cada vez mas. Dentro de poco la luz habrá cambiado y el cuadro tendrá que estar terminado, sino la luz del otoño cambiará el tono del lienzo y tendrá que volver a empezar.

Finalmente deja el pincel encima de la mesa y suspira, mira fijamente el espejo preguntándose porque es tan dificil hacer un autorretrato. Ha perdido la cuenta de las veces que lo ha intentado, pero se le resiste su propia sonrisa, se le resiste su mirada hasta tal punto que al mirar el cuadro los ojos que la miran le parecen los de una extraña. Será que no podemos vernos a nosotros mismos con imparcialidad, que no podemos pintar nuestros defectos igual que nos resistimos a ponerlos en palabras.

Lo cierto es que no sabe lo que será, pero la luz se ha ido y tendrá que esperar a mañana para seguir mirándose a si misma e intentar captar sus luces y sus sombras, esperando así entenderse un poco mas.



*Cuadro de Berthe Morisot

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