Sueños

Ha nevado durante la noche, todo ha amanecido blanco y por instante Andrea tiene la sensación de que todo puede volver a empezar, como si la nieve fuera un lienzo nuevo en el que empezar a esbozar que quiere y que no quiere que pase en los días que quedan por venir. Una calma extraña la invade al mirar la nieve por la ventana, blanca e inmaculada que promete un nuevo comienzo.

Aunque probablemente nada vaya a cambiar por el simple hecho de que durante la noche haya caido la nieve silenciosa y haya cubierto el camino que lleva hasta la casa, Andrea tiene la sensación de que esa nieve es una promesa, quizá porque cuando necesitamos señales las buscamos donde podemos y encontrar el patio cubierto de nieve se le antoja una buena señal de que las cosas podrían cambiar.

Podría realizar alguno de sus sueños, alguno de esos sueños que mantiene en secreto y que solo le ha contado a él, cuando al lado del fuego se siente segura y siente que puede abrirle su alma, contarle sus sueños, sus pesadillas, sus miedos y sus esperanzas, sabiendo que él la entenderá o que al menos la abrazara en el momento justo en que necesita ser abrazada.

Y Andrea pasa el día mirando por la ventana, ese camino que permanece blanco y puro, eligiendo cual de sus sueños intentará realizar primero, hasta que un escalofrío le recorre la espina dorsal cuando comprende que él no vendrá, que lo que la nieve le cuenta es que el camino que la nevada dejó perfecto y blanco sigue igual, y se ahoga al intuir que él no abrirá la verja del patio y que sus pisadas no se marcarán en la nieve, que la ha abandonado con sus sueños y sus pesadillas.

Hasta que el ruido de la puerta de atrás la saca de sus ensoñaciones, él ha vuelto sin abrir la verja, sin pisar el camino, y decide que antes de que la nieve se derrita ella tendrá que decidir cual de sus sueños quiere cumplir primero.





* Cuadro de Monet

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