Espera

Llevaba diez minutos esperando en aquella habitación de hotel, y de pronto, una idea que no había contemplado le llenó de pánico: "¿Y si ella no aparecía?"

Hacía años que no se veían; sus vidas, las circunstancias, los tiempos, otros amores, habían hecho que casi, casi, casi llegara a olvidarla. ¿Cuánto hacía de la última vez que se vieron precisamente en aquella habitación de hotel donde él le dijo que se iba y ella llorando le dijo que no podía acompañarle? Casi doce años. Parecía imposible pero asi era. Doce años desde que él decidió aceptar el traslado a otro pais (en otro continente) y ella le dijo con el corazón roto que no podía supeditar su vida a la de él, que se quedaba, y que ya verían que hacían con su amor mas adelante. Pero no hubo mas adelante, porque los dos sabían por experiencia que las relaciones a distancia no funcionan, y que en caso de funcionar no suelen ser satisfactorias.

"Todo o nada", fue lo que dijo él mientras ella se vestía con los ojos llenos de pena, y ella susurró un "nada" que él ya no tuvo fuerzas de discutir. Así que siguió en la cama mientras ella se vestía y se iba de su vida, y allí permaneció hasta que juntó las fuerzas para levantarse y abrir la puerta, esperando que ella estuviera en el pasillo, esperando, para hablarlo, y quizás darse otra oportunidad. Pero cuando abrió la puerta ella ya se había ido.

"Todo o nada"... menuda tontería... porque esa nada a la que él mismo se condenó lo invadió todo, y los primeros días creyó volverse loco. Luego, poco a poco, se autoconvenció de que aquello era lo mejor. Conoció a otra, se casó, pero tampoco funcionó... incompatibilidad de caractares (o que él nunca dejó de pensar en otra mujer) prefería no analizarlo demasiado.

Y entonces, después de tantos años, su voz al otro lado del teléfono le había despertado de madrugada, con la misma frase que ya cuando estaban juntos ella usaba para excusarse cuando le llamaba a horas en las que no se debe llamar: "no podía dormir, y he pensado que si me cantabas una nana, quizás..."

Y la extrañeza de la familiaridad después de tantos años de ausencia. Horas al teléfono, en una noche en blanco, hablando de todo y de nada. Resumiendose aquellos años que había pasado sin saber nada el uno del otro, recordando los días en los que estaban juntos. Y justo antes de colgar, cuando un destello de claridad le hizo comprender que si cortaba aquella llamada la volvería a perder, y en aquel momento, tras esa noche que se le antojaba mágica, aquella idea le hacía enloquecer, así que mintió al decirle que la semana siguiente tenía un viaje, que pasaría por la ciudad donde se despedieron, un par de días; que si ella estaba allí, y quería, y podía... podían verse, tomarse un café... seguir hablando de todo y de nada a la vez. Y tras un silencio que se le antojó eterno, ella dijo: "vale" al otro lado del teléfono...

Y allí estaba él, en la misma habitación de hotel, doce años después, esperando, mirando por la ventana, y con miedo a haber cambiado demasiado en aquellos años, pensando si no sería mejor salir de allí ahora que aún estaba a tiempo... conservar intacto su recuerdo... y justo cuando casi se había convencido a sí mismo de que eso era lo mejor... salir de allí, dejarle una nota, y desaparecer, la vio cruzando la calle... y se quedó allí... esperandola...




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