Querido Morgan:

Le escribo desde mi camerino en el Moulin Rouge, conseguí un trabajo como bailarina de cancan, que ya sabe usted que siempre fue mi sueño. Todas las noches me pongo el vestido de lentejuelas y salgo al escenario, menos los viernes, que son mi noche libre. Le escribo para agradecerle su interés por mí, me comentó mi amiga Mara que pasó por el piso que compartía con ella el viernes pasado preguntando por mí y que no le supo dar razón de mi paradero. Así que le envió esta carta a Mara, esperando que usted pase este viernes por allí preguntando por mí y puedan así hacerle llegar mi carta.

Estoy bien, haciendo realidad mi sueño. Además del sueldo, el contrato incluye alojamiento, que por cierto comparto con tres compañeras mas, todas bailarinas de cancan.



Son buenas chicas, aunque ya se imaginará usted que entre bailarinas de cancan hay bastante rivalidad, todas creen que en realidad son las estrellas, cuando está bastante claro que las cuatro tenemos mas o menos la misma categoría ya que recibimos mas o menos el mismo número de ramos de flores al final de cada actuación.

 Eglantine es la mas mayor de las cuatro, ella lleva muchos años en este mundo, fue bailarina de clásico, cuenta que llegó a ser primera bailarina de su compañía de danza, pero el mundo de colores del cancan y el cabaret la sedujeron y para disgusto de sus padres y de su profesora de ballet, dejó el baile clásico y en poco tiempo llegó al Moulin Rouge, donde sigue siendo una estrella. Dicen que el anterior propietario del Moulin Rouge se enamoró de ella, que ella se dejó querer mientras le utilizaba, después, una vez convertida en estrella, cuentan que incluso ayudó al actual dueño a comprar el local cuando el anterior se arruinó y no pudo pagarle todos esos regalos caros que tanto le gustan. Tiene ese algo de mujer fría que te dice que te traicionará si lo cree necesario para triunfar. De hecho la considero perfectamente capaz de ponernos la zancadilla a cualquiera de nosotras para brillar mas. Cuidaré mis pasos y confiaré en ella lo justo y necesario, porque intuyo que cualquier confidencia se podría volver en mi contra en el momento mas inesperado. Tiene además la extraña manía de mentir sin necesidad, cosa que si he de ser sincera, al principio provocaba mi curiosidad pero que ahora ya empieza a molestarme, porque miente tanto y de manera tan gratuita que ya nunca sé si lo que dice es cierto o solo otra de sus invenciones.

  Cleopatra, otra de mis compañeras, dicen que tiene un pequeño problema con el alcohol, dicen que el brillo de sus ojos es fruto únicamente de la absenta que bebe a escondidas cuando todas salimos del camerino. Pero es preciosa y baila muy bien, quizás por eso el dueño hace como que no se da cuenta de que el brillo de sus ojos es artificial; además, por mucha absenta que beba nunca equivoca un paso ni se le nota al bailar. Ella misma me contó una noche que fue un pintor muy famoso quien la inició en la absenta (y si he de hacer caso a lo que cuenta la cotilla de Eglantine: fue ese mismo pintor quien la inció también en el amor y en el mundo nocturno que frecuentamos las bailarinas). Ella se enamoró de él cuando apenas había dejado de ser una niña  y él le prometió una boda que nunca se celebró. Ella tenía pretendientes ricos que le mandaban flores al camerino y pulseras y anillos que ella rechazaba sin excepciones, ya que el pintor es celoso hasta el punto de obligarla a no tener mas flores en el camerino que las pocas que él le envia. Cleopatra le amaba tanto que no le costaba sacrificar todos esos trofeos a sus celos y según dicen en aquella época de feliz comienzo ella sólo bebía absenta cuando él se empeñaba porque le hacía brillar los ojos de una manera que él adoraba. Y fue feliz hasta que un día descubrió que cuando no la pintaba a ella, pintaba también a otras, y que tenía la costumbre de conocer (al parecer en sentido bíblico del término) a todas las mujeres que pintaba, para que la pintura fuera mas realista, según decía sin dejar de sonreir. Así que Cleopatra dejó al pintor, y tras varios meses de ruegos y lamentos decidió volver con él e intentar perdonarle, pero lo cierto es que no fue nada fácil, y así fue como empezó a beber absenta a escondidas, para mantener ese brillo artificial en los ojos y evitar pensar en que estará haciendo el pintor en su estudio cada vez que una aspirante a modelo llega a la ciudad.

 Gazelle es la mas joven de nosotras cuatro, acaba de llegar a París y es tímida como una niña. Se crió en el campo, en una especie de convento de monjas, pero cuando murió su tío, que era quien al parecer se hacía cargo de su manutención y de pagarle una educación, las buenas monjas la echaron por falta de liquidez, y un alma caritativa la recogió en medio del camino y la trajo aquí, a la puerta del Moulin Rouge. La pobre Gazelle, sin saber que hacer en este París caótico, sin amigos ni familia ni nadie que se hiciera cargo de ella, entró aquí pensando que igual podía limpiar los suelos a cambio de comida, pero lo cierto es que el dueño al ver lo hermosa que era, pues tiene un cutis perfecto, y unos preciosos ojos azules, y una de esas caritas que parecen de muñeca, con una sonrisa fresca, de esas que transmiten inocencia y decidió convertirla en bailarina ya que esa misma mañana (casualidades de la vida) una de las bailarinas se había escapado con el farmaceutico de la esquina, dicen las malas leguas que porque estaba encinta.

Pero se le nota que es jovencita, pues siempre se sonroja cuando le preguntamos a cual prefiere de sus admiradores, en parte porque aún pesa en ella la educación confesional que recibió entre las monjas, y no está acostumbrada a tener admiradores que le canten sus alabanzas y en parte porque al parecer entregó su corazón a un granjero que iba todos los viernes al convento a llevar frutas y verduras de estación. Y aunque de los interrogatorios a los que la sometemos hemos acabado entendiendo que entre ellos no hubo promesas de amor, ni apenas palabras, y que no es seguro que él la quiera como ella dice quererle a él, ella tiene un plan muy metido en su preciosa cabecita, y solo baila para ahorrar y poder volver al pueblo a buscar a su amor, y solo espera que él nunca sepa que ha bailado aquí durante tanto tiempo.



Y nada mas, yo cumpliendo mi sueño, bailando cancan y echándole a usted de menos. Espero que no me olvide, yo no le olvido a usted, y pásese algún día por el Moulin Rouge, invíteme a unas copitas de absenta y puede que le cuente algunas historias mas de esas que dice usted que le gustaba escuchar.

Suya,

Jane Avril.



(*Todas las imagenes de este post son de Toulouse Lautrec)

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