Repeticiones

No sé porque, pero hay días que parece que no se acaban nunca porque se repiten, como en aquella película absurda del día de la marmota, una y otra vez, exactos entre si por sus rutinas. Pero eso no es lo malo, lo malo es cuando los trucos que inventamos para escapar de nuestras rutinas se convierten por repetición y por inercia en rutinas casi sin que nos demos cuenta, demostrando que nada escapa a la grisalla que parece invadir a la larga todos los aspectos de nuestras vidas.

Dicen que a todo se acostumbra una, incluso a que las ilusiones queden reducidas por el desgaste de los días, a cosas que pasan en un orden que nos sabemos de memoria a fuerza de repetición, que deja poco espacio a las sorpresas y a la improvisación. Incluso los brotes de pasión quedan ensombrecidos por un orden que al final nos hemos aprendido a fuerza de repetirlos.

Será que somos animales de costumbres. Será que es inevitable escapar a la rutina de los días, a los horarios de oficina y de ocio, a los días de la semana que nos dictan que hacer a cada hora.

Solo nos queda esperar que unos segundos inesperados nos sorprendan, pero por desgracia, hoy es uno de esos días que parece calcado de los anteriores. Quizas por eso estoy tecleando fuera de donde suelo teclear: para intentar escapar, solo un momento, de algo maravilloso que se convirtió en gris a fuerza de repeticiones.



 

Cuadro de Toulousse Lautrec

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